«Delegaciones como la de Rivas son la única presión para evitar que los paramilitares colombianos sigan matando gente»

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Miguel Quesada, tras la vuelta del viaje de la delegación a Colombia, en el despacho del grupo Rivas Puede (Foto Rivas Puede)

Miguel Quesada, concejal de Rivas Puede, ha formado parte de la delegación institucional presidida por el Alcalde de Rivas que del 16 al 26 de marzo ha visitado Colombia para respaldar el proceso de paz en aquel país e informarse en detalle de la situación del mismo. En especial, la delegación ripense ha visitado la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, coincidiendo con otras delegaciones de municipios españoles y de instituciones de Bélgica, Alemania, Noruega y Suiza, entre otros países.

«Visitas institucionales como la que hemos realizado la delegación de Rivas son la única presión ante la que ceden los grupos paramilitares y quienes los financian, llegando a evitar muertes, nos lo han repetido en numerosas ocasiones personas de diferentes instituciones y asociaciones con las que nos hemos entrevistado en estos diez días», asegura Quesada. El proceso de paz en Colombia no está exento de problemas y contradicciones, sobre todo por parte del gobierno colombiano. Una simple firma no suele ser, por desgracia, suficiente para que las partes en conflicto eliminen el recuerdo de las décadas de violencia y represión, ni para que se garanticen unas condiciones que permitan la reinserción a la vida civil de los excombatientes de la guerrilla. En muchas ocasiones, los momentos inmediatamente posteriores a la firma de uno de estos acuerdos se convierten en los más peligrosos para los algunos de los protagonistas del mismo.

Es el caso de San José de Apartadó, una comunidad campesina enclavada en el noroeste colombiano que hace años decidió apartarse de la dinámica de guerra y represión instaurada por todas las partes del conflicto en aquel país y constituirse como una comunidad que ni participa en favor de ninguna de las partes, ni presta ayuda a ninguna de ellas. A costa de muchos muertos, mucho miedo y mucha represión, la Comunidad ha logrado mantener su decisión contra viento y marea, pero eso no significa que algunas de las partes le perdonen no haberse puesto de su lado.

Fue la propia Comunidad la que solicitó la presencia de delegaciones internacionales en su territorio para contribuir a compensar la dramática «desbandada» de observadores internacionales oficiales, de OACNUDH [Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos] y de otras instituciones. De nuevo, la firma del acuerdo de paz significó un contratiempo para aquellos cuyas vidas han estado dependiendo en gran medida de la presencia de esos observadores. Las delegaciones internacionales tienen como fin, entre otros, el de cumplir temporalmente ese papel.

La delegación ripense, en concreto, ha sido una de las de más nivel recibidas en la Comunidad, ya que la Corporación de Rivas había dado el visto bueno por unanimidad a la delegación, que ha contado con representantes de casi todos los grupos municipales: Somos Rivas, Rivas Puede, PP y PSOE, además del propio Alcalde de la ciudad. Este nivel de representatividad ha equiparado a la delegación local con otras de capitales de provincia como Burgos o Valencia.

Miguel Quesada ha sido el concejal del grupo municipal Rivas Puede que lo ha representado dentro de la delegación, convirtiéndose en la persona más joven de la misma. Su vinculación política con el trabajo de solidaridad y cooperación se ve reforzado por el agradecimiento que tiene con XXI Solidario, la asociación ripense que desde hace años gestiona y mantiene viva la solidaridad institucional y popular con la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, y que promovió la formación de la delegación institucional.

 

Miguel Quesada (primero por la izquierda) ejerciendo como secretario de la delegación ripense en una reunión con el senador colombiano Iván Cepeda (en el centro) (Foto Rivas Puede)

¿Cómo ha sido recibida la delegación por parte de la Comunidad de Paz?

Increíblemente bien, con un gran interés por parte de la Comunidad en sí y también por parte de la multitud de asociaciones y entidades con las que hemos tenido oportunidad de reunirnos. Hablo de asociaciones de mujeres, culturales, sindicales… de todo tipo. Hemos mantenido aproximada mente una treintena de reuniones con entidades como la Corporación Amiga Joven, dedicada al trabajo con mujeres de todas las edades en uno de los barrios más duros de Medellín; La Unión Patriótica, fuerza que fue prácticamente exterminada cuando parte de la guerrilla dejó las armas para contituir un partido político; Iván Cepeda, senador del Polo Democrático, que es una plataforma de partidos progresistas; la Brigada 19, que es la brigada militar responsable del departamento de Apartadó; las Brigadas de Paz, acompañantes internacionales de las personas y comunidades amenazadas, y muchas otras. Cada una de ellas nos ha expuesto la realidad de su quehacer y los peligros a que se ven sometidas las personas que participan en ellas. Todas, sin excepción, corren permanentemente un grave riesgo de sufrir ataques de distinta naturaleza, desde agresiones por la calle, hasta asesinatos.

No han sido precisamente unas vacaciones…

No, no lo han sido y no debían serlo. De hecho, sólo hubo un par de noches que dispusimos de un rato de esparcimiento, el resto del tiempo lo hemos dedicado a visitar lugares relacionados con el proceso de paz y a mantener las reuniones mencionadas. Desde las 9 de la mañana hasta bien entrada la noche, nuestro tiempo ha estado dedicado a esto.

Ha sido una experiencia que nos ha obligado moralmente a no despegar el oído en ninguna reunión, ni apartar la mirada ni un minuto de lo que hemos testimoniado ya que desde la primera reunión nos han hecho entender que tanto el trabajo realizado en Colombia como el seguimiento posterior y su explicación en España son una responsabilidad de la que depende demasiado y que deja un calado tan hondo que no permite eludir dicha responsabilidad.

¿Qué conclusiones habéis sacado?

Hablando por mí (ya que no ha habido tiempo para hacer una valoración de toda la delegación, cosa que procuraremos hacer en breve), creo que la primera conclusión es que en estos momentos en Colombia todas aquellas personas que, de forma independiente o vinculadas a asociaciones y entidades populares, participan de una manera u otra en todo lo que lleva consigo el proceso de paz y que no son parte del sector militar o institucional a nivel nacional, corren un grave riesgo. Y me refiero a que son sus vidas las que peligran. Durante nuestra estancia y tras una reunión con un concejal del municipio de Bello, cerca de Medellín, este edil sufrió amenazas de muerte contra él y toda su familia tras la reunión mantenida.

La segunda conclusión es que, precisamente por esa situación de grave riesgo para la vida de muchas personas, la presencia de delegaciones internacionales es casi un seguro de vida en muchos casos. Pero no basta con la presencia, necesitamos visibilizar el conflicto y la falta de cumplimiento, por parte del gobierno colombiano, de los acuerdos firmados en La Habana. Lamentablemente, nunca podremos reunir tantas delegaciones como serían necesarias para estar en todas partes todo el tiempo, pero al menos tengo claro que nuestra presencia ha servido para que bandas paramilitares que siguen actuando con casi total impunidad, se frenen a la hora de atentar contra sus oponentes.

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