Está de moda hablar del Lawfare. Ha llegado a afectar al propio presidente y durante las pasadas semanas Podemos ha reaccionado apoyándole sin fisuras y reivindicando, alto y claro, la necesidad de que nuestro país disfrute de una democracia plena libre de medios, periodistas y jueces capaces de colaborar estrechamente con esta práctica que tiene como objetivo hacer caer por medios ilegítimos a un rival político. Lo llevamos denunciando desde mucho antes de que se revelara abiertamente la existencia del lawfare en nuestro país.
Podemos sabe de esto porque ha llegado a tener en conjunto más de 130 causas abiertas, que no han pasado de la fase de instrucción (sí, esa donde te imputan y te vapulean aunque jamás lleguen a juicio porque son montajes, y ahí no hay nada como le ha pasado a Oltra) y porque ante los comentarios, del propio Presidente y otras lideresas políticas de la izquierda, del manido “confiamos en la justicia”, nos hemos quedado sin voz denunciando que el Estado de Derecho estaba en cuestión y que la democracia va de defender esto, no de usarlo en beneficio propio.
Podemos es una fuerza modesta, que entró en el Congreso con una clara vocación de cambio, de gobernar para la gente y no para el poder, pero que ha respetado escrupulosamente la legalidad vigente. Cambiar las leyes para que el Estado sirva más eficientemente a la mayoría social, sí; saltárnoslas, no. Sin embargo, la democracia liberal ha dejado claro que el Estado de Derecho le trae sin cuidado y que va a usar todas las fuerzas a su alcance, saltándose la legalidad vigente si es necesario, contra quien ponga en riesgo su poder. No la democracia, no la paz, no la convivencia, sino su poder. Y esto es lo que debe de preocuparnos y lo que debemos afrontar. Nadie puede usar al Estado, ni generar una policía “patriótica”, ni un lobby comunicativo, con el objetivo de abatir una opción política legítima.
Figuras relevantes de la cultura han escrito sobre la necesidad de ver la parte humana y de respetarla, nosotras no podemos estar más de acuerdo, ya lo estábamos cuando se producían caceroladas en la puerta de la casa de Irene Montero y Pablo Iglesias. Pero no se gana retirándonos a pensar, se gana luchando, extendiendo la solidaridad a toda injusticia y denunciando cada agresión, se produzca contra Alberto Rodríguez, Isa Serra o Mónica Oltra, contra Pablo Iglesias y sus hijos, contra Podemos, Compromís o el PSOE, cerrando filas con la democracia.
Por ejemplo, el caso “Niñera” es muestra de cómo se construye un caso mediante un bulo y una foto en la prensa. Desde la primera declaración al cierre de la investigación pasó más de un año, con todos sus días, y sin embargo la conclusión fue que no había caso. Libre absolución cero reparación. La violencia política más bárbara se ha ejercido contra Irene Montero, con ella se ha roto un principio inquebrantable de la izquierda, que es el de solidaridad, el de defendernos frente a ataques infames. Y no contentas con eso, ha sido vetada en nuestro espacio, dando pábulo al “algo habrá hecho mal”. Hay cosas que es necesario exponer para poder continuar y esta es una de ellas.
Y seguimos, Irene se presenta a las elecciones europeas y con ella van las ganas de recuperar un país y una Europa sostenible en todos los sentidos para la gente capaz de defender la Paz como eje imprescindible de prosperidad, donde podamos pagar el alquiler, donde se puedan volver a ejercer derechos fundamentales y se desarrollen herramientas de convivencia que permitan la evolución a una sociedad sana libre de odios.
No vale, sin embargo, para enfrentar el lawfare, con seguir luchando y con no rendirse, ni con tomarse un descanso y seguir como si nada hubiera pasado, es necesario desarrollar una legislación que permita combatir estas prácticas antidemocráticas con medidas concretas como, por ejemplo, cortar la financiación pública en autonomías y ayuntamientos a medios condenados por difundir bulos, ya que si no se trata el problema de raíz, si sigue sin tener consecuencias de ningún tipo mentir y atacar, a sabiendas de la falsedad, va a continuar el “es muy burdo, pero vamos con ello”.