Amantes de la lectura, devoradores de páginas, adictos a la tinta… ¡hoy es vuestro día! Es el Día del Libro, ese día en el que celebramos a nuestros amigos de papel, esos que nos
transportan a otros mundos, nos hacen reír, llorar y reflexionar.
En el mundo de los smartphones y las redes sociales, donde la atención se mide en segundos y la profundidad en caracteres, los libros pueden parecer reliquias de una época pasada. Sin embargo, estos polvorientos amigos guardan en sus páginas un tesoro incalculable.
Los libros son como esos amigos introvertidos que prefieren hablar bajito y despacio. No te
van a interrumpir con notificaciones constantes ni te llenarán la pantalla de memes y selfies. En cambio, te susurran historias al oído, te abren los ojos a nuevas perspectivas y te invitan a un viaje por las profundidades de tu mente.
Pero no nos engañemos… los libros no son solo flores y mariposas. Algunos son verdaderos
tochos, ladrillos infames que pesan más que las pesas de un gimnasio y te dejan el brazo como si hubieras estado cargando sacos de cemento.
Sin embargo, incluso esos libros gigantescos tienen su encanto. Son como esos amigos
grandullones que te dan un abrazo de oso y te hacen sentir seguro. Te dan la sensación de que estás logrando algo épico cuando los terminas, como si hubieras escalado el Everest de las letras.
Así que hoy, en el Día del Libro, brindemos por todos los libros, desde los más ligeros y amenos hasta los más densos y desafiantes. Todos ellos tienen algo que ofrecernos, desde una simple sonrisa hasta una profunda reflexión sobre la vida.
¡Que viva la lectura! Y que nadie se asuste por un libro un poco pesado, ¡al final la recompensa es doble!
¡Feliz Día del Libro a todos los lectores del mundo!
PD: Y recuerda, los libros no solo son para leer, también se pueden usar para: aplastar una
araña, equilibrar una mesa coja, etc. ¡Las posibilidades son infinitas!