Ha perdido esta mañana (70-85) frente a un Aridane muy superior. Los de Jesús Sala no tuvieron en ningún momento el mando del partido y por momentos la cantidad de pases perdidos y pérdidas de balón rozó el absurdo. La increíble imprecisión en el tiro sentenció el encuentro.
Partido para olvidar el que disputó (si se le puede llamar así) Uros Rivas esta mañana de domingo en el Cerro del Telégrafo contra Aridane. El resultado final (70-85) es incluso algo escaso si se atiende a los méritos de uno y otro equipo. Una grada que no llegaba a la mitad de la ocupación contribuyó también a crear un ambiente frío que casaba perfectamente con el juego de los locales.
Ya desde el primer cuarto se vio que Uros no estaba fino. Las defensas no eran ni medio contundentes y ante el aro rival se cometían fallos de bulto. Con todo, tampoco Aridane le tomó el pulso al partido en esa primera fase, a cuyo final se llegó con un igualado 20-23.
En el segundo cuarto, la defensa de los visitantes empezó a dar como resultado la negación del tiro exterior de Uros en casi todas las ocasiones, junto con una nutrida defensa interior que impedía que ni Bivo, ni Mariñán, ni Ángel Pérez lograran levantar el balón con soltura. Por contra, Aridane sí encontraba tiros exteriores relativamente cómodos y además se permitía el lujo de capturar la mayor parte de los rebotes ofensivos y defensivos, teniendo menos estatura en sus filas. El resultado fue un marcador de 32-44 al descanso.
Habría convenido trabajar más la intensidad no sólo defensiva, sino también en ataque. Cuando un equipo tiene problemas para terminar una jugada en sus 24 segundos, se impone que los movimientos de los jugadores sean más rápidos, que lleguen unos segundos antes a ocupar sus posiciones, que tengan las manos menos blandas para perder menos pases… Nada de eso ocurrió tras el paso por vestuario. Por el contrario, quizás el tercer cuarto fue el que más se acercó al esperpento por parte de Uros, aunque siguiendo la estela marcada en el segundo periodo.
No es normal tirar tantos balones a donde no hay ningún compañero para recibirlos, ni es normal, cuando sí lo hay, que las recepciones sean tan abundantemente defectuosas. Si a esto le unimos una increíble incapacidad para anotar, ni solos debajo del aro, ni de tiro interior ni de exterior, las cuentas salen fácilmente. Y todo esto fue lo que le ocurrió a Uros en el tercer cuarto. Sin duda el excelente juego defensivo de Aridane, que continuó hasta el final, unido a la soberbia actuación de su número 8, Alejandro Orozco (un joven muy solvente en la dirección del juego y en la resolución), contribuyeron a la empanada de los de Rivas, pero incluso con eso, hay que repetir el comienzo de este párrafo: no es normal.
La entrada en el último cuarto la hicieron los locales con los peores augurios. Se había llegado al final del tercero con un 44-61 en el marcador que resultaba muy elocuente. En esas condiciones, lo único que puede salvar a un equipo es que se produzca ese ‘click’ que hace cambiar las tornas. Estuvo a punto de ocurrir a mitad del último periodo, cuando Mariñán, tras una notable mejoría de Uros en defensa y una tímida recuperación del equipo en la anotación, logró empalmar un triple que levantó al banquillo. Sin embargo, duró un suspiro. Una falta posterior cuando ya se estaba en bonus llevó a Orozco a la línea de tiros libres, anotó, recuperó los 14 puntos de ventaja y, a partir de ahí, a pesar de algunos triples más de De Pinto y Torres, la magia se perdió. No fue lo único en perderse: el resultado de 70-85 al pitido final coloca a Uros, a falta de que se jueguen aún dos partidos de la jornada cuando escribimos esta crónica, en la mitad de la tabla.
La cosa no tiene por qué ser grave, porque el primer partido de cualquier competición puede pillar a cualquier equipo sin el tono adecuado. Pero Jesús Sala tendrá que ver la manera de levantar a un conjunto que no da la sensación de tener la autoestima necesaria para salir a jugar con la intensidad que se requiere en Liga EBA.