Una manifestación con los asistentes concentrados en Cibeles

Mientras que muchas de nuestras características personales ya las traemos en nuestro ADN, la ‘memoria histórica NO’, ésta solo se adquiere con el estudio voluntario de los acontecimientos que nos han ocurrido anteriormente.

Quienes más hicieron para que el régimen de la dictadura cambiara fueron solo unos pocos; ellos se jugaron la vida, muchos la perdieron, y gracias a ellos disfrutamos de todos los derechos de una sociedad avanzada. Es verdad que fue la mayoría social la que empujó para que se consiguiera, pero no todos se enteraron de lo que había costado conseguirlos, incluso muchos de los que hoy disfrutan de esos derechos hicieron todo lo posible para impedir que el cambio de produjera.

Todos los que nunca supieron el gran esfuerzo que costó conseguir lo que hoy tenemos, así como los que, por ideología, ignorancia o como consecuencia de las continuas manipulaciones de la información, hoy vuelven a obstaculizar la gestión de los únicos gobiernos que verdaderamente les pueden favorecer.

Por otro lado, hay varias generaciones que se han hecho adultas después de la dictadura, que se lo encontraron todo ya conseguido: educación pública, sanidad pública, pensiones, servicios sociales, derecho de la mujer a disponer de su cuerpo, eutanasia, etc. La mayoría de esas generaciones creen que lo que ahora existe es definitivo, pero están muy equivocados, es necesario seguir luchando para conservarlo y mejorarlo.

A pesar de todo, hay personas descontentas con la gestión que hacen los gobiernos, en este caso el gobierno progresista encabezado por Pedro Sánchez. Quizás no todo el mundo sabe analizar las circunstancias y las dificultades anexas a la propia gestión de gobierno. Lo más primario que uno siente es que sus necesidades no están satisfechas y por tanto, no está contento con quien gestiona y no resuelve.

La contestación, la protesta, se producen contra los sistemas y los gobiernos ya establecidos. La oposición solo tiene que aliarse y animar a los que protestan, solo necesitan asegurar que ellos lo harán mejor. Es mucho más fácil ser oposición que ser gobierno. Y más aún cuando la oposición, de derechas en este caso, apoyada por todos los poderes fácticos, dueños de los medios de comunicación, la banca y las grandes empresas, se dedica solo a negar las reformas positivas, judicializar toda la gestión del gobierno, secuestrar las instituciones judiciales y atacar en lo personal a los políticos gobernantes. La oposición no ha sido capaz de presentar ni una sola alternativa de gestión al actual gobierno, solo insulta, miente y destruye…

‘Es muy fácil ser fascista en un país libre. Pero es muy difícil ser libre en un país fascista’.

El desprestigio permanente de los políticos tiene como consecuencia que los ignorantes voten a Alvise, a Vox o al PP. A los jueces de ultraderecha que quieren hacer política y mandar más que los políticos elegidos por los ciudadanos en las urnas, se les olvida que ellos son una institución solo para aplicar justamente las leyes que en el parlamento se aprueban. Intentar corregir, enmendar, criticar lo que el gobierno hace, supone descalificar, de hecho, la gestión del gobierno, que son los únicos elegidos por el pueblo. Y eso es hacer política desde la institución judicial, que debería ser neutral y precisamente ‘justa’ de acuerdo a las leyes aprobadas por el parlamento.

En circunstancias normales, de lealtad y respeto democrático, el gobierno se deberá ganar el prestigio con su buen hacer, consiguiendo que sus políticas lleguen y favorezcan a la gran mayoría de los ciudadanos. Pero, las de ahora no son circunstancias normales: la derecha y la ultraderecha han convertido el parlamento en un circo mediático, en un plató de exhibición para insultar, mentir, faltar el respeto a todo y a todos. Y eso es lo que ven  los ciudadanos, ellos son ‘la máxima autoridad y el referente’, son el ejemplo para que todas las personas tengamos derecho a hacer lo mismo… Además los voceros se encargan de difundirlo por las redes sociales, las TV privadas, radios y panfletos de derechas. Imitarles es fácil y desde el anonimato, lo es más aún.

La derecha, incluyendo a todos esos ‘amiguetes’ que se forran con la gestión de algunos políticos, consideran que el poder y el gobierno son suyos por naturaleza divina, como la monarquía, la bandera, el sentido patrio, las esencias divinas…, y cuando no lo ostentan, no consienten que otros lo hagan: mejor destruir antes que consentir…

La izquierda juega siempre en desventaja. Los partidos, sindicatos, líderes de izquierda no pueden mentir, insultar, aprovecharse de las instituciones, manipular la realidad…, y los medios de que disponen son bastante escasos para contrarrestar toda esa inmundicia.

La izquierda tiene que recuperar la calle y tiene que recuperar el lenguaje de las clases populares. Solo así podrá hacerse entender, escuchar las necesidades reales de la gente humilde y aplicar soluciones que verdaderamente lleguen a ellos. Y todo esto hay que empezarlo desde abajo, la escuela es fundamental, los y las enseñantes tienen una responsabilidad absoluta. Ser maestro no es un trabajo como los demás, en las manos de quienes enseñan en las escuelas están los hombres y mujeres del futuro, quienes aportarán equilibrio y justicia en la sociedad. La pérdida del espacio de ‘Educación para la Ciudadanía’ es algo que nunca se debió consentir y que urgentemente habrá que recuperar.

Tenemos que volver a las prácticas de ‘cultura en la calle’, las que la izquierda desarrollaba durante la dictadura y que llevaron a terminar con ese régimen. Por el camino que vamos, volveremos a tiempos dolorosos para la mayoría.