Quiero expresar mi más profundo agradecimiento al equipo médico, enfermeros/as, y todo el personal del Hospital del Sureste por la extraordinaria atención recibida durante mi problema de salud. Desde el primer momento me sentí rodeado de un ambiente de  empatía, profesionalidad y dedicación que, sin duda, ha sido clave en mi proceso de recuperación.

En tiempos de incertidumbre y crisis sanitaria, como los vividos recientemente, he podido
apreciar en primera persona el valor incalculable de la sanidad pública. Un sistema que, a
pesar de las dificultades, continúa siendo un baluarte esencial para garantizar la igualdad en el acceso a la salud de todos los ciudadanos, independientemente de su situación económica, origen o condición social. Mi experiencia en este hospital ha sido un recordatorio de que la sanidad pública no solo salva vidas, sino que también se erige como un pilar fundamental de justicia y cohesión social.

El trato humano y la cercanía de todo el equipo que me atendió me reconfortaron en los
momentos más difíciles de mi enfermedad. Desde los médicos, quienes con su gran
conocimiento y experiencia me guiaron a través de un diagnóstico y tratamiento acertado, hasta el personal de enfermería que con su paciencia y vocación no solo atendían mis necesidades físicas, sino que también ofrecían palabras de aliento y consuelo, lo que es igualmente valioso en la recuperación. A cada uno de ellos les debo mucho más que mi gratitud: les debo mi bienestar y la tranquilidad de saber que estaba en las mejores manos posibles.

Quiero también destacar la excelente organización del hospital que, a pesar de los retos que implica gestionar una institución de estas características, ha sabido ofrecer un servicio eficiente y coordinado. El compromiso de cada persona que trabaja en este centro es admirable, y es evidente que no escatiman esfuerzos para proporcionar una atención de calidad a todos sus pacientes.

Esta experiencia me ha hecho reflexionar aún más sobre la imperiosa necesidad de  defender y proteger la sanidad pública. En muchas ocasiones, los ciudadanos damos por sentado que los hospitales y centros de salud estarán siempre allí para nosotros, pero lo cierto es que, detrás de cada consulta, cada cirugía y cada tratamiento, existe un sistema que requiere inversión, apoyo y constante mejora para poder mantenerse en pie. Los profesionales que nos cuidan merecen no solo nuestro reconocimiento, sino también unas condiciones laborales y recursos que les permitan continuar desempeñando su labor de la mejor manera posible.

El acceso a una atención sanitaria gratuita y universal es un derecho que debemos valorar
profundamente. No son pocos los países en los que este tipo de atención está fuera del
alcance de gran parte de la población, y solo en momentos de necesidad entendemos cuán
afortunados somos de contar con un sistema de salud que pone a las personas en primer lugar. Los avances científicos y médicos que disfrutamos hoy en día deben estar al servicio de todos, y la sanidad pública es la única garantía de que así sea.

Por todo esto, quiero hacer un llamamiento para que, como sociedad, nos mantengamos
unidos en la defensa de nuestro sistema sanitario. Cuidarlo y fortalecerlo es una
responsabilidad compartida, porque todos, en algún momento de nuestras vidas,
necesitaremos recurrir a él. Mi historia es solo una entre miles, pero representa la realidad de muchos ciudadanos que, gracias al trabajo incansable de nuestros médicos y personal
sanitario, han tenido una segunda oportunidad para sanar, vivir y continuar soñando.

Por ello, no puedo más que agradecer al Hospital del Sureste y a todos sus trabajadores por haberme brindado una atención que excedió todas mis expectativas. La dedicación y el esfuerzo que vi reflejados en cada rostro no solo me devolvieron la salud, sino también la
confianza en el poder de la solidaridad y el compromiso colectivo. Es un orgullo contar con un sistema de salud que, a pesar de los desafíos, sigue siendo un faro de esperanza y protección para todos.

La sanidad pública es nuestra mejor herramienta para garantizar una sociedad más justa,
equitativa y saludable. Debemos cuidarla, valorarla y defenderla siempre, porque en ella reside nuestra fuerza como comunidad.

Gracias infinitas al equipo del hospital y a todos aquellos que, día tras día, trabajan para que nuestro derecho a la salud sea una realidad.