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El montaje, escrito por José Luis Alonso de Santos y dirigida por Pedro A. Penco, fue una lección magistral de interpretación al público asistente, en gran parte formado por actores de los distintos grupos de teatro aficionado de Rivas.
Se trata de una comedia, con tintes dramáticos, donde el actor se presentó ante un escenario arropado sólo por las luces, con un vestuario donjuanesco y una escenografía rústica y sencilla.
Todo ello fue suficiente para que Chete Guzmán se fusionara con el personaje hasta llegar a ese momento en que “no se sabe quién es Don Juan y quién el eterno secundario”.
El evento sirvió también como homenaje al dramaturgo romántico José Zorrilla, en el año en que se cumple el segundo centenario de su nacimiento.