Cadí La Seu se lleva un partido muy serio en el Cerro

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Ocete y Ajanovic disputan un balón a Laura Gil (Foto Enrique Ayala)
Ocete y Ajanovic disputan un balón a Laura Gil (Foto Enrique Ayala)
Ocete y Ajanovic disputan un balón a Laura Gil (Foto Enrique Ayala)

Ganó anoche (48-65) a Rivas Ecópolis, a base de un partido extraordinariamente físico en el que mantuvo casi todo el partido una presión en toda la cancha de la que Rivas supo salir sólo a veces. La ex-ripense Laura Gil y Georgina Bahí, junto a la base Ana Suárez, claves en la escuadra catalana. En Rivas Ecópolis, Lyndra Weaver y Gaby Ocete se echaron el equipo a la espalda durante buena parte del encuentro, pero se vieron muy poco auxiliadas por el resto del equipo, que estuvo espeso y no consiguió encontrar nunca un ataque cómodo.

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Partido muy serio el planteado ayer por Miguel Ángel Ortega, el técnico de Cadí La Seu, con una presión en todo el campo que comenzó en el primer cuarto y siguió hasta el último, provocando las enormes dificultades que Rivas tuvo para desarrollar un juego mínimamente favorable a sus intereses. Durante la primera mitad del encuentro, las ripenses, con Gaby Ocete recibiendo en el saque y Lyndra Weaver apoyando la salida del balón, pudieron zafarse de la presión sin mayores problemas. En la segunda mitad, sin embargo, Ocete tuvo que sentarse varias veces durante algunos minutos (siempre muy pocos), y en esas ocasiones ni Salvadores, ni Hermida, ni Grande (especialmente estas dos últimas) pudieron subir el balón no sólo con la seguridad, sino también con la rapidez necesarias para que un equipo como Rivas, muy limitado en sus opciones atacantes, pueda mover el balón y preparar una jugada.

Cadí La Seu tomó muy pronto el mando del partido, poniéndose diez puntos arriba a mediados del primer cuarto. La superioridad en el tiro exterior que  a esas alturas mostraba el cuadro catalán le daba una ventaja creciente que Rivas sólo conseguía reducir a base de algunos robos de balón con contrataques. Vujovic estuvo prácticamente desaparecida en su faceta más relevante, que es principalmente el tiro exterior, al tiempo que en defensa se veía muy pronto cargada con tres personales, lo que hizo que tuviera que visitar el banquillo con más frecuencia y, por tanto, que no tuviera tantas posibilidades de ir templando su muñeca.

Sara Rodríguez, otra jugadora que en los últimos partidos ha demostrado tener también un tiro apreciable, siguió el mismo camino, cargándole los árbitros con faltas extraordinariamente rigurosas, como en el caso de Vujovic. En este aspecto, el arbitraje, sin llegar a ser parcial, sí pecó de una sensibilidad desmesurada hacia el contacto que producían las ripenses. Baste decir al respecto que en un partido en el que, como queda dicho, Cadí hizo presión en todo el campo durante casi todo el tiempo, las catalanas acabaron con sólo 17 faltas, por 22 de las madrileñas. Muy infrecuente y muy sospechoso.

A pesa de ello, la actitud de Weaver, muy activa toda la primera mitad, tuvo en muy buena medida la culpa de que al final del primer cuarto Cadí llegara con tan sólo dos puntos de ventaja (12-14). El segundo cuarto, sin embargo, demostró que la continuidad de la presión catalana daba sus frutos, y el resultado al descanso ya era de 28-36. Más que la diferencia en sí, lo grave era la bajísima anotación de las de Rivas, que hacía presagiar una segunda parte numantina si se pretendía revertir la situación.

Pero el paso por el vestuario no deparó novedades. Si acaso, se agravaron los problemas en la subida del balón, con una Ocete cada vez más cansada (más de 35 minutos acumuló la base de Rivas Ecópolis) y con Salvadores, Hermida y Grande claramente incapaces de cumplir su función no ya con la soltura demostrada por la mallorquina de Rivas, sino con la imprescindible para dar los segundos necesarios en ataque para lograr alguna posición de tiro o algún hueco en la zona de Cadí con los que intentar anotar con garantías. Y las pocas veces que se lograba, el desacierto de Ajanovic desde su distancia, o de Vujovic o Rodríguez, frustraba cualquier posibilidad. Salvadores se mostraba muy temerosa a la hora de armar el brazo y sus dudas produjeron en más de una ocasión la pérdida de la posesión para su equipo, aunque no fue la única.

Con esta tónica, el parcial del tercer periodo siguió siendo favorable para Cadí, pero con unos números impropios de Liga Femenina (8-13). La Seu se afianzaba definitivamente en el partido con un acumulado de 36-49 que dejaba para el último cuarto una tarea que se antojaba imposible no por la falta de tiempo, sino por la falta de aptitud que Rivas Ecópolis transmitía.

El último periodo mostró el esperable esfuerzo ripense, que en conjunto consiguió aguantar un poco más el ataque catalán y remediar en muy pequeña medida la sequía anotadora, pero no lo suficiente para hacer temblar la posición de predominio de Cadí. Salvadores se atrevió algo más con el tiro exterior y anotó un par de triples que hubieran podido significar el comienzo de una remontada de no haber ocurrido demasiado tarde y de no haber estado el resto del equipo demasiado a oscuras. La bocina final llegó con un resultado muy abultado (48-65, quizás más de lo que correspondía) y con unas sensaciones muy negativas en el conjunto ripense.

El equipo ha pasado, todo hay que decirlo, por una semana muy complicada, en la que varias jugadoras clave (entre ellas la norteamericana) han tenido que recuperarse de una intoxicación alimentaria producida en el viaje de ida a Girona, el pasado fin de semana, por lo que no han podido entrenar durante varios días. No era, precisamente, lo que más necesitaba un equipo que depende de que todas sus piezas estén engrasadas y en plena forma para intentar plantar cara a casi cualquier equipo de Liga Femenina este año.

Lo visto anoche en el Cerro afianza la sensación de que las jugadoras junior necesitan madurar en mucho menos tiempo del que sería lógico darles, para que puedan aportar algo más que unos minutos de relleno al equipo. El problema, naturalmente, es que se trata de jugadoras extremadamente jóvenes, que deben atender a sus estudios en primer lugar y que no pueden acumular experiencia positiva al ritmo que el equipo necesita. Pero lo cierto es que José Ignacio Hernández tiene una papeleta (como ya era sabido, por otro lado) muy difícil: intentar competir con un equipo que tiene casi la mitad de los efectivos necesarios para hacerlo.